Por @Mari_Polin
Rumania forma parte de la Unión Europea desde el 1 de enero de 2007. Conviene tener eso claro desde un principio. Aunque, ¿para qué engañarnos? Rumania siempre ha sido una de las notas discordantes en un continente de ricos y pobres.
Rumania / Foto: @Mari_Polin
Durante mi etapa allí tuve tiempo de sobra para observar. Mis ojos estuvieron más activos que nunca durante unos meses en los que me fallaron las palabras. Pude ver, por tanto, un país más allá de cifras desoladoras de desempleo o pobreza. Conocí a personas inteligentes y trabajadoras, formé parte de un sistema educativo en el que predominaba el respeto por el docente y sentí el cariño que, desde el primer día, me brindaron mis anfitriones.
Pero entiendo que no es un país perfecto. Tuve también oportunidad de hablar con rumanos que se permiten bromear, por puro hastío, con temas como la corrupción o las mafias. El país se encuentra sumido en un plan de ajuste (¿les suena de algo?) que ha provocado recortes en el gasto público pero también una subida de impuestos y un recorte de salarios y pensiones. Un plan de ajuste que, por cierto, lleva aplicándose desde hace ya cuatro años.
La consecuencia lógica a todo este malestar social es la búsqueda de salidas. Han sido muchos los rumanos que viven dispersos en diferentes países europeos. Pero, por supuesto, no todos los aceptan igual. Y menos ahora, cuando la inmigración parece ser la causa de todos los males del viejo continente. En una época en la que partidos de extrema derecha se hacen un poco más fuertes en países como Francia, no asombra la noticia de que el ‘arrondisement’ número 6 de París esté pensando expulsar “de forma sistemática” a las familias rumanas que estén mendigando o malviviendo en sus calles.
Tampoco sorprende, por desgracia, que el ministro del Interior alemán, Thomas de Maiziere, anunciara hace unas semanas la necesidad de “tomar medidas” para controlar la inmigración de rumanos y búlgaros. Un paso más que hoy afecta a Rumania o Bulgaria, sí, pero que, inevitablemente, terminará repercutiendo en los países más afectados por la crisis. Pero, mientras tanto, sigamos pensando que Rumania y España no se parecen en nada…
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