Elecciones Europeas 2014: Encuestas y estados de ánimo

Por @LOrtizGomez

Desde hace un par de semanas vivimos inmersos en una precampaña de baja intensidad pero de la que ya vamos conociendo los primeros efectos en forma de encuestas de intención de voto. Hace apenas un mes conocíamos la de Metroscopia para el diario El País mientras que este domingo se hacía pública la de Sigma Dos para El Mundo. En resumen las dos vienen a contarnos lo mismo, un bipartidismo que se resiente, un traslado del voto hacia Izquierda Unida y UPyD y la no representación de las formaciones que se han ido creando desde el inicio de la crisis fruto del hartazgo de los ciudadanos hacia los dos grandes partidos. La única diferencia, curioso, es que mientras que el sondeo que publica El País da como vencedora virtual de los comicios a Elena Valenciano, el que publica El Mundo ofrece como ganador a Arias Cañete. El margen en ambos casos es tan escaso, entre dos y tres puntos porcentuales, que lo cierto es que lo que me lleva a pensar, conociendo el paño (y los márgenes de error con los que suelen funcionar este tipo de iniciativas), es que cada uno ha arrimado, para variar, el ascua a su sardina con el fin de sacar lo más guapo posible al candidato por el que han decidido apostar en esta batalla electoral.

Y os preguntaréis ¿Por qué? ¿Qué importa que una encuesta de ganador a uno o a otro? Pues por una simple razón, porque las encuestas de intención de voto y sus resultados son generadoras de estados de ánimo y, en última instancia de opinión. Pongámonos en la piel de un votante tradicional del PSOE, preocupado por las politicas de austeridad y desencantado con el sistema, circunstancias que están haciendo que se replantee hacia donde va a dirigir su voto, es decir, es un indeciso. Las dos encuestas que hemos citado hablan de un estrecho margen entre PP y PSOE y además, en ambos caso, dejan fuera del Parlamento Europeo a las nuevas opciones surgidas a la izquierda de los socialistas y en las que se podrían depositar los votos de sus descontentos. Es muy posible que este ciudadano apueste por el voto útil, es decir, por un PSOE que ya no le convence pero que, siempre según las encuestas, es el único que le puede hacer frente a un PP que se encuentra muy cerca. En consecuencia, el resultado que arrojan las encuestas le habrá hecho decantarse por ese voto útil en vez de por su primer impulso de depositar su confianza en otra formación. Pues multipliquemos ese efecto.

Y en eso están trabajando los dos grandes partidos. Hemos escuchado (o leído) como el cabeza de cartel del Partido Popular, Miguel Arias Cañete, aseguraba que no piensa decir absolutamente nada sobre las nuevas formaciones políticas (en las que se enmarcan desde Ciudadanos hasta Primavera Europea o Podemos, pasando por VOX, fundada por antiguos militantes del PP) mientras que el PSOE se ha agarrado al discurso de que sólo hay una gran familia en el Parlamento Europeo que pueda hacer frente a los populares y esa es la socialista liderada por Martin Schulz, eso sí, desde el absoluto respeto, dicen, a «esas formaciones» que ni siquiera nombran y a las que niegan capacidad alguna para decidir en las instituciones europeas. Los socialistas apelan al voto útil del ciudadano para, afirman, poder salir de la Europa de los recortes y la austeridad.

Lo cierto, y eso parece evidente, es que son cada vez más aquellos que no se sienten satisfechos con el bipartidismo que ha imperado en España desde el inicio de la andadura democrática de nuestro país. Las propias encuestas indican una caída de cerca de 20 puntos (entre los dos) respecto a las elecciones de 2009. De ahí que, al menos a los ojos de la que escribe estas líneas, resulte sorprendente que ninguna de las formaciones surgidas del descontento y de las movilizaciones ciudadanas vaya a obtener representación en el Parlamento Europeo.

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